Georges Méliès fue un mago que a
principios del pasado siglo supo adivinar en el naciente cinematógrafo todas
las posibilidades que podría llegar a ofrecer para desarrollar la fantasía.
Intentando dar un paso más allá
en los espectáculos de magia, comenzó a proyectar en su teatro lo que sería el
embrión de los futuros efectos especiales. Para la época, verdaderas maravillas
que dejaban boquiabiertos a los espectadores.
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